LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
La
Gran Guerra, ocurrida entre 1914 y 1918, tuvo como causas profundas una serie
de acontecimientos generados en Europa entre 1871 y 1914, los cuales fueron
creando una situación sumamente tensa entre las potencias hegemónicas, al grado
de que cualquier circunstancia fortuita podía hacer estallar un conflicto de
grandes dimensiones.
La rivalidad imperialista.
A
inicios del siglo xx, Gran Bretaña
había comenzado a dejar de ser la mejor potencia capitalista y fue desplazada
por Alemania, seguida de Estados Unidos y Japón; este último país tenía un
mayor crecimiento industrial y comercial. Ésta rivalidad se sumaba a la de
otras potencias como Francia, Austria-Hungría, Italia y Los Países Bajos. El
gran crecimiento del capitalismo monopolista de esa época, provocó que se
excediera la producción que obligaba a los gobiernos a tener políticas más
proteccionistas y esto hacía más difícil la circulación de las mercancías.
Había mucha competitividad entre potencias.
Sistema de alianzas
Se
crearon alianzas entre países europeos a finales del siglo XIX, en las cuáles
Bismarck tuvo influencia con sus ligas diplomáticas que hicieron más fuertes
las relaciones entre potencias capitalistas situadas en lugares geográficos
estratégicos para así poder defenderse uno al otro. Así, se crearon 2 bloques
contrarios que querían equilibrarse de manera interna y protegerse
recíprocamente.
La Triple Alianza:
Alemania, Austria Hungría e Italia
La Triple Entente: Gran
Bretaña, Francia y Rusia
Las
naciones de La Triple Alianza
consideraron necesario crear un frente unido y les era de suma importancia
mantener su predominio en el Mediterráneo, incluidos los territorios del Norte
de África. Esto se debe el interés del
Imperio Austro-Húngaro por arrebatarle al Imperio Otomano los países situados
en el territorio de los Balcanes, y por impedir que Serbia (país liberado) se
extendiera y ocupara Bosnia y Herzegovina que era del Imperio Austro-Húngaro.
Éste trataba de evitar que Rusia le ganara en la conquista de los Estado
Balcánicos.
Alemania
era la potencia más fuerte, pero lo malo era que tenía sólo un acceso poco
seguro al Mar del Norte y, con respecto a su política expansionista, tras la
Conferencia de Berlín, que ratificó la hegemonía colonial de Gran Bretaña y Francia,
el Reich alemán vio limitadas sus posesiones en África. Además, su predominio
en Europa estaba marcado por el resentimiento francés (puesto que Alemania se
había anexionado los territorios de Alsacia y Lorena en 1871) y por la amenaza
de Rusia, que ambicionaba la hegemonía en el centro y el este de Europa.
Esta
situación había dado origen al sistema Bismarckiano para lograr un contrapeso
en sus relaciones con las potencias rivales. A pesar de las alianzas, se vio un
posible conflicto entre las potencias en la última década del siglo XIX.
Además, el desarrollo económico de ese momento significaba que, por primera
vez, existía la capacidad industrial para resistir y hacer la guerra.
Por
otra parte, las naciones de la Triple Entente se habían unido aprovechando la
situación geográfica de sus territorios que les permitía bloquear a los países
de la Triple Alianza por mar y tierra, con la posibilidad de cercarlos además
en los puntos estratégicos de los Balcanes, suponiendo que esta situación les
permitiera mantener un equilibrio de poder en la competencia imperialista. Sin
embargo, en vez de que este sistema de alianzas fuera una vía para garantizar
la seguridad mutua de las naciones, se convirtió en un peligro latente para
cada una de ellas, ya que cualquier mínimo pretexto iba a poder hacer que los 2
bloques se enfrentaran.
La
Paz Armada.
El sistema de alianzas permitió que
Europa viviera una etapa de paz relativamente larga, ya que desde 1871, cuando
terminó la guerra franco-prusiana, las grandes potencias europeas habían
logrado evitar enfrentamientos bélicos, pero al mismo tiempo impulsaban
fuertemente al crecimiento y desarrollo de su industria de guerra, situación
contradictoria que dio origen a que el periodo comprendido entre 1871 y 1914
fuera recordado como la etapa de “la paz armada”. En relación muy estrecha con
el progreso industrial en aquella época de cambios acelerados y de interés
personal por la prosperidad económica, continuamente surgían nuevos
descubrimientos científicos que generaban innovaciones tecnológicas puestas al
servicio de fuerzas militares de las naciones.
Se
dio un notable crecimiento de fabricación y arsenal de guerra para un posible
enfrentamiento internacional. A esta carrera armamentista se agregaba el enorme
desarrollo en los ejércitos de las potencias europeas, con un mayor servicio
militar y aumento de soldados, elementos que permitían a los jefes de Estado
planear mejores estrategias.
Nacionalismo.
La ideología nacionalista ya estaba en los primeros años del siglo XIX con
motivo de las invasiones napoleónicas llego a todos los pueblos. En las
naciones imperialistas, los avances tecnológicos y el desarrollo del
capitalismo inculcaban entre las personas un orgullo nacional, sentimiento de
superioridad. Por otra parte, entre los pueblos dominados el nacionalismo
tomaba formas libertarias, aumentadas por el hecho de ver su territorio hecho
presa de rivalidad imperialista y expuesta a servir de campo de batalla en caso
de un enfrentamiento entre potencias.
La
propaganda.
Conocedores del sentimiento
nacionalista de sus pueblos, los gobiernos de las potencias se valieron de
todos los medios para poder aumentar ese nacionalismo entre las personas y
fomentar odio hacia los países rivales, en caso de que se viniera una guerra:
-
Se representó a
káiser como personaje ávido de devorar países
-
Al Reich como
serpiente gigantesca que simbolizaba al militarismo alemán como peligro
apocalíptico.
Esto
fue otro factor para llegar al estallido de un conflicto internacional.
Las crisis marroquíes y
balcánicas.
La
crisis de mayor trascendencia, por la influencia directa que tendría en la Gran
Guerra europea, fue la ocurrida en los Balcanes a partir de octubre de 1908,
cuando Austria-Hungría se anexó los territorios de Bosnia y Herzegovina, a los
que administraba como colonias desde hacía 30 años. Serbia protestó ante la
agresión austriaca y pidió la ayuda de Rusia, pero este país no estaba en
condiciones de enfrentar por sí solo una nueva guerra después de la derrota que
había sufrido en el enfrentamiento con Japón en 1905. Los serbios recurrieron
entonces a Inglaterra y Francia para solicitarles ayuda; Francia se las negó
argumentando que la invasión austriaca en los Balcanes no amenazaba sus
“intereses vitales”, en tanto que Inglaterra solamente brindó su apoyo
diplomático para tratar d evitar un conflicto. En consecuencia, Serbia tuvo que
aceptar la anexión de Bosnia y Herzegovina al Imperio Austro-Húngaro.
Las
relaciones entre Serbia y Austro-Hungría se volvieron más tensas, y en Serbia surgieron
sociedades secretas formadas por ultranacionalistas que deseaban liberarse del
dominio de los Habsburgo y alcanzar la unidad de todos los pueblos eslavos. En
1912, Serbia se unió a Bulgaria para construir la “Liga Balcánica”, bajo la
protección de Rusia, con el doble propósito de prevenir una nueva ocupación por
parte de Austria-Hungría y liberar a todos los pueblos eslavos del Sur que aún
estaban bajo el dominio del Imperio Otomano. Cuando Grecia y Montenegro logran
ingresar a esta liga, consiguieron vencer al Imperio Otomano y lograr que se
desintegrara. Luego de esto, Bulgaria atacó a sus antiguos aliados de la Liga,
pero fue vencida por Serbia, que se fortaleció con este triunfo y cuadruplico
su territorio. La nueva situación de Serbia preocupó al gobierno austriaco. Que
se empezó a preparar para enfrentar algún ataque de ese país.
La
última fase de la crisis balcánica dio comienzo en junio de 1914 con el llamado
“Incidente de Sarajevo”, motivo que haría estallar el conflicto en Europa. Este
hecho tuvo lugar el 28 de ese mes en la capital de Bosnia, cuando el príncipe
heredero de la corona austrohúngara, Francisco Fernando, fue asesinado junto
con sus esposa cuando realizaban una visita a Sarajevo con el propósito de
demostrar el dominio de la dinastía de Habsburgo sobre esa región de población
eslava, incorporada recientemente al Imperio Austro-Húngaro. La visita del
príncipe heredero fue tomada como una afrenta por los bosnios proserbios que se
oponían a anexarse. Gavrilo Princip fue vinculado con las organizaciones
secretas ultranacionalistas, fue el autor del atentado, que realizó como una
muestra del repudio que Serbia sentía hacia el dominio austriaco.
Austria
aprovechando esto, le envió un ultimátum a Serbia, que éste consideró
inaceptable porque lo que decían iba contra su propia soberanía nacional.
Entonces se rompieron las relaciones diplomáticas de ambos países y se dio la
gota que derramó el vaso, provocando así el estallido de la Primera Guerra
Mundial.
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