LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Desarrollo de la guerra
El transcurso de la Primera Guerra Mundial presenta
dos fases sucesivas. La primera, derivada directamente del Incidente de
Sarajevo, comprende un lapso de casi 3 años, entre agoato de 1914 y marzo de
1917, y compromete de manera directa sólo a las potencias europeas en
conflicto. La segunda fase da comienzo en marzo de 1917 –cuando la lucha se
convierte en “mundial” con la intervención militar de Estados Unidos en los
campos de batalla europeos y el abandono de la neutralidad de algunos países de
Iberoamérica en favor de los aliados de la Entente- y termina en noviembre de
1918, fecha en que concluye la guerra.
La fase europea
Inicio de la guerra europea. El conflicto bélico internacional que surgiera
en una zona del sureste de europea se extendió luego en una guerra total a
buena parte del continente, como una reacción en cadena que fue afectando a las
potencias europeas como si fueran
eslabones unidos por el sistema de alianzas. Por un lado, los países
generadores del conflicto, Alemania y Austria-Hungría, dos de los integrantes
de la Triple Alianza (Italia optó a última hora por no hacer causa común con
sus aliados en el conflicto internacional) a los cuales se conocía como las
Potencias Centrales, y en el bando contrario, los integrantes de la Triple
Entente, Gran Bretaña, Francia y Rusia, que constituyeron el bloque de los
llamados países “Aliados”.
Después de la
declaración de guerra de Inglaterra a
Alemania el 4 de agosto, el conflicto bélico europeo era ya un hecho. Las
circunstancias en que se dieron las declaraciones de guerra entre las Potencias
Centrales y los Aliados parecían demostrar a juicio de los altos mandos políticos,
el interés de Alemania en precipitar los acontecimientos para conducir a los
demás países hacia el enfrentamiento
armado. Sin embargo, entre el pueblo alemán existía la creencia general,
alimentada por la propaganda oficial, de que su nación era víctima de las
agresiones de los países de la Entente, por lo que los alemanes recibieron el
anuncio con gran entusiasmo nacionalista.
Pero tal
fervor no era exclusivo del pueblo alemán. Al iniciarse el conflicto armado en
los primeros días de agosto de 1914, los pueblos europeos, bajo influencia de
la propaganda, no sólo aceptaban participar en la contienda sino que estaban
dispuestos a luchar por la patria hasta vencer a sus enemigos; y por eso,
independientemente de su pertenencia a una determinada clase social o partido
político, los europeos se solidarizaban con sus respectivos gobiernos en una “unión
sagrada”, como le llamaron los franceses, quienes deseaban vengarse de Alemania
por la derrota sufrida en la Guerra Franco-Prusiana. Este entusiasmo
nacionalista de los pueblos permitió a los gobernantes respectivos reforzar su
autoridad y al mismo tiempo mantener el orden interno. El hecho más
sorprendente al respecto lo constituyó la actitud que, en casi todos los países
beligerantes, asumieron los grupos socialistas, cuya oposición a la guerra se
había manifestado en varias ocasiones pero que ante las circunstancias
presentes estaban dispuestos a apoyar la causa del gobierno. En un principio,
la aceptación popular al conflicto significó en todas partes una estabilización
de la situación política interna; los parlamentos no dudaron en aprobar los
gastos correspondientes y estuvieron de acuerdo en pasar a un segundo plano,
dejando la toma de decisiones al poder Ejecutivo.
Guerra de posiciones y estancamiento. Cuando se inició la guerra,
ambos bandos esperaban que el conflicto fuera de corta duración. La estrategia
bélica de Alemania se apoyaba principalmente en el Plan Schlieffen, elaborado
por Alfred von Schlieffen, jefe del Estado Mayor alemán entre 1891 y 1907. El
citado plan proponía una rápida movilización ofensiva contra Francia a través
de Bélgica, y suponía la destrucción total del ejército francés en un lapso de
seis semanas, para lanzar luego una ofensiva hacia el este, contra Rusia. Por
otra parte, los Aliados confiaban también en la brevedad de la guerra, entre
otras cosas porque no estaban en posibilidades de costear un enfrentamiento
prolongado y suponían que sus enemigos se encontraban en iguales
circunstancias. Al igual que los alemanes, los franceses habían elaborado un
plan de ataque, el Plan 17 (así llamado por ser la decimoséptima ocasión que
Francia intentaba vengarse de los alemanes desde la guerra franco-prusiana).
Este plan había sido cuidadosamente elaborado durante varios años, y los
franceses tenían absoluta confianza en que significaría una trampa mortal para
los alemanes.
Sin embargo, los hechos no
ocurrieron como se esperaba y ambos bandos, desconcertados por el fracaso de
los planes respectivos –debido principalmente a que cada uno subestima la
capacidad de resistencia del contrario-, tuvieron que dar marcha atrás en su
estrategia ofensiva, viéndose obligados a adoptar actitudes defensivas que
llevaron al estancamiento de la lucha y a la necesidad de atrincherar las
tropas en los frentes de combate, con lo cual la Gran Guerra se prolongó mucho
más de lo esperado.
El Plan
Schlieffen fue puesto en práctica por los alemanes desde los primeros momentos;
pero si bien lograron entrar a territorio francés, la estrategia no tuvo el
éxito esperado debido a la tenaz resistencia de los franceses, quienes
recibieron ayuda de fuerzas británicas. Los ejércitos alemanes se vieron
obligados a salir de Francia y replegarse hacia el Norte, después de la Batalla
del Marne, en septiembre de 1914. El fracaso del plan militar alemán, en el que
las Potencias Centrales habían depositado una gran confianza, fue de
importancia decisiva para el curso que habría de seguir la guerra. En el frente
oriental, los alemanes habían logrado una importante victoria sobre Rusia en la
Batalla de Tannenberg, en Prusia oriental (agosto de 1914), y durante 1915
consiguieron ganar a los rusos algunas batallas en las que las tropas alemanas
emplearon gases asfixiantes. Al mismo tiempo, los austriacos eran derrotados
por las tropas rusas que entraron a su territorio y amenazaban con trasponer la
frontera alemana. A pesar de los graves fracasos que enfrentaron ambos grupos
de países contendientes, ninguno de ellos desistió; se mantuvieron en las
posiciones a las que habían logrado avanzar y perfeccionaron sus sistemas
defensivos al tiempo que se daba un relativo estancamiento en la estrategia militar.
De manera que los frentes de guerra se convirtieron en líneas fortificadas
donde soldados de uno y otro bando permanecían expectantes durante un tiempo
prolongado.
El fracaso de
la logística de guerra se hizo evidente cuando ninguno de los bandos
enfrentados tuvo la capacidad de implementar una estrategia que sustituyera los
fallidos planes iniciales. Las tácticas se improvisaban sobre la marcha, sin
visión a largo plazo, y la tecnología resultó inadecuada para enfrentar la
realidad de una guerra que se prolongaba mucho más de lo previsto. A partir del
otoño de 1914 dio comienzo a un periodo de estancamiento, con los ejércitos
hacinados en trincheras, en lastimosas condiciones de subsistencia y sin
posibilidad de vencer al adversario.
Todo el
arsenal de guerra: ametralladoras, minas, morteros, bombas, lanzallamas y gases
asfixiantes; se acumuló en las líneas del frente que permanecían estáticas. En
el oeste se enfrentaban franceses e ingleses contra alemanes, desde el paso de
Calais hasta la frontera suiza. En el este, los frentes se extendían desde el
mar Báltico hasta la frontera rumana, a través de la Polonia rusa y austriaca
(Galitzia). Las líneas de combate constituyeron en su mayoría, y durante gran
parte del tiempo que duró la guerra, gigantescos laberintos de refugios,
centros de mando, búnkers, líneas de comunicación y puestos de avanzada
protegidos por hileras de espesas alambradas.
Participación de Turquía e Italia en la Gran Guerra. Dada su
situación estratégica, Turquía e Italia tenían una gran importancia para ambos
bandos, que buscaron atraerlas a su lado desde que, al empezar la guerra, estos
países se declararon neutrales. A los gobiernos de las Potencias Centrales no
pareció sorprenderles mucho esta posición de Italia, no obstante que formaba
con ellos la Triple Alianza, porque el tratado de la misma preveía el
compromiso de entrar en guerra solamente cuando cualquiera de las tres naciones
necesitara de una acción defensiva en caso de un conflicto no provocado por
ellas. En cambio al empezar la contienda, las Potencias Centrales vieron la
conveniencia de atraerse a Turquía porque, dada su vecindad con Rusia,
representaba una posición estratégica para atacar a este país, además de que la
población turca veía con desagrado al
expansionismo ruso. Pocos días después de iniciada la contienda, el 2 de
noviembre de 1914, Rusia declaró la guerra a Turquía cuando este país bombardeó el puerto de Odessa sin previa
declaración de guerra. En el conflicto, Turquía intervino en favor de las
Potencias Centrales, y su participación fue decisiva en la derrota de la
expedición naval francobritánica en el territorio de los Dardanelos (1915), así
como en las graves derrotas sufridas por los rusos ese mismo año, en las que de
alguna manera influyó la participación de Bulgaria favoreciendo a los países
centrales, con los que se había aliado poco después de Turquía.
Por otra
parte, los aliados de la Entente desde un principio entablaron negociaciones
diplomáticas con Italia para que se aliara con ellos en la guerra y aceptara
sus condiciones de participar en el reparto territorial, una vez que las
Potencias Centrales fueran vencidas. En un primer momento, el gobierno italiano
se mostró indeciso debido a los fuertes lazos enonómicos que tenía con las
Potencias Centrales y porque la opinión pública de su país era contraria a su
participación en la guerra. Sin embargo, después del fracaso del plan alemán
contra Francia, los italianos vieron la posibilidad de triunfo para los Aliados
y el beneficio que obtendrían en el reparto del botín al terminar la contienda,
por lo que aceptaron el compromiso de unirse a ellos; y el 26 de abril de 1915
Italia firmó en Londres un tratado con los 3 países de la Entente. Casi un mes
después, el 23 de mayo, Italia declaró la guerra al Imperio Austro-Húngaro.
La
participación de Italia favoreció la apertura de u nuevo frente bélico en el
Sur, ampliado cuando Grecia y Rumania se unieron a los países de la Entente en
1916. A parte de lo que militarmente significaba la apertura de este nuevo
frente, sirvió para que los Aliados, aprovechando la situación geográfica de
sus enemigos, pudieran realizar un bloqueo que impidió la provisión de mercancías
y materias primas para Alemania, en tanto que llos podían contar con loa ayuda
económica y el abastecimiento de recursos por parte de Estados Unidos.
La guerra Europea entre 1915 y 1916. En Alemania aumentaba la exasperación
por el bloqueo inglés y la idea de la guerra submarina ganaba cada vez más
partidarios entre la opinión pública y las autoridades militares, por lo que el
gobierno tomó la decisión de desplazar sus ataques al frente marítimo
utilizando naves submarinas. En este aspecto Inglaterra se encontraba en
posición más ventajosa, ya que su predominio naval era indiscutible además de que
podía contar con la ayuda de Estados Unidos pues no obstante su neutralidad en
la guerra europea, para nadie era un secreto la simpatía que el gobierno
estadounidense mostraba hacia el bloque de los Aliados.
En un momento de extrema tensión en
las relaciones internacionales, el 7 de mayo de 1915, un que de vapor
británico, el Luisitania, fue torpedeado sin previo aviso por un submarino
alemán cerca de Irlanda, incidente en el que perdieron la vida 1198 personas,
entre ellas 120 estadounidenses. Los alemanes aseguraron que el barco, habiendo
zarpado de Nueva York, transportaba un cargamento de armas para los Aliados (lo
cual fue confirmado por investigaciones posteriores) y que los estadounidenses
habían sido advertidos del peligro de viajar en buques británicos. El hundimiento
del Luisitania fue considerado por los países neutrales, principalmente por
Estados Unidos, como “una prueba concreta de la inhumanidad con la que los alemanes
hacían la guerra”, y el gobierno del presidente Woodrow Wilson exigió
energéticamente la suspensión de la guerra submarina bajo amenaza de
interrumpir las relaciones diplomáticas de Alemania.
Desde
que comenzó la guerra submarina, y sobre todo después del hundimiento del
Luisitania, Estados Unidos se convirtió en factor decisivo en la evolución de
la guerra, y el presidente Woodrow Wilson empezó a destacar en la política
internacional por sus ideas en favor de la paz y sus intereses de actuar como
mediador en el conflicto europeo. Sin embargo, las propuestas de paz de Wilson
no tuvieron éxito porque ninguno de los países contendientes estaba dispuesto a
entablar negociaciones de paz sin haber llegado a obtener un triunfo definitivo
sobre sus adversarios.
Después de los fracasos sufridos por
los ejércitos alemanes en el frente occidental durante los primeros meses de
guerra, en febreo de 1916 el mando militar supremo de Alemania planeó una gran
batalla de desgaste contra Francia que tendría como objetivo “desangrar” a los
franceses hasta el punto de obligarlos a aceptar negociaciones de paz. Esta
batalla debería tener lugar en las proximidades de la población de Verdún,
sitio de especial interés histórico para Francia y punto central del sistema militar
fortificado de este país. El objetivo no era ganar territorios, sino destruir
el mayor número posible de fuerzas enemigas en un punto del frente. “La Batalla
de Verdún”, prolongada durante 10 meses y en la que los alemanes utilizaron el
lanzallamas como una nueva y terrible arma, es uno de los episodios más
significativos de la Primera Guerra Mundial. Sin dejar de considerar las
cuantiosas pérdidas humanas que provocó en ambos bandos, a pesar de haber sido
planeada por los alemanes como decisiva para su triunfo definitivo sobre los
Aliados, esta batalla resultó ser el fracaso más grande para las Potencias
Centrales. La acción de Verdún había sido demasiado costosa para los alemanes ,
pues consumieron en ella todas las reservas de su material bélico cuando la
reposición de éste era cada vez más difícil, mientras que los Aliados recibían continuamente
ayuda material de Estados Unidos.
La fase mundial de la guerra
Desde
finales de 1916, ante el descontento social y el peligro de un rompimiento en
la unidad nacional, las autoridades militares de los países en guerra
intensificaron la búsqueda de una solución final entendida como la derrota
definitiva del enemigo, ya que ninguno de los contendientes se resignaba a
aceptar una paz negociada, sino que buscaban un triunfo completo, y
dificultaban así la posibilidad de poner fin a la contienda. En los primeros
meses de 1917 habrían de ocurrir dos sucesos que influyeron para acelerar el
final del conflicto: la Revolución Rusa y la participación de Estados Unidos en
el conflicto europeo.
Influencia de la
Revolución Rusa en el nuevo rumbo de la guerra. En febrero de 19117 estalla
en Rusia un movimiento revolucionario que derriba el régimen zarista y se
instala enseguida un gobierno provisional, circunstancia que da un nuevo giro a
la Gran Guerra. A partir de entonces, los acontecimientos de la Revolución Rusa
provocaron en todos los países beligerantes un notable aumento de movimientos sociales a favor de la paz
en los que participó principalmente la clase obrera. Ante su impotencia para
poner fin a la guerra, los trabajadores ejercieron la presión de las huelgas
buscando manifestar su descontento y desesperación a los gobiernos correspondientes.
Los
movimientos huelguistas se presentaron en diferente grado de intensidad de
acuerdo con las características específicas de cada nación; los más graves
ocurrieron en las Potencias Centrales, donde ya había comenzado un proceso de
revoluciones internas, pero las protestas obreras se manifestaron también en
Gran Bretaña y Francia, países en donde los partidos socialistas habían
intentado mantener la estabilidad interna frenando aquellas huelgas que
ocurrían en forma espontánea y sin control sindical, pero en las que se dejaban
sentir también la influencia de la
Revolución Rusa y los avances del socialismo. Esas circunstancias convencieron a
los socialistas de Europa Occidental de la necesidad de convocar a un nuevo
congreso socialista internacional en el que se discutiera la manera de poner
fin a la guerra.
En marzo de 1917, ante la amenaza
que representaba el avance del socialismo para la paz interna de los países
contendientes, muchos políticos, tanto de las Potencias Centrales, como de la
Entente, trataron de restablecer la paz por medio de negociaciones secretas
entre las naciones comprometidas en la contienda. Pero los esfuerzos pacifistas
fracasaron porque en los medos políticos predominaban personas interesadas en
que su país alcanzara una victoria total sobre sus enemigos, con los
correspondientes beneficios: la obtención de territorios e indemnizaciones de
guerra sobre los vencidos.
A pesar de que las negociaciones
de paz fracasaron en general, la situación política de Rusia la habría de
obligar a retirarse del conflicto armado. Después del derrocamiento del zar, la
Revolución Rusa tomó un nuevo giro debido a que el gobierno provisional
establecido al triunfar la revolución de febrero fue incapaz de dar solución a
los graves problemas sociopolíticos. Se presentó entonces la oportunidad para
que los Bolcheviques, que constituían
al sector radical del socialismo, encabezaran un nuevo movimiento armado que
derrocó al gobierno provisional en octubre de 1917. Una vez en el poder, bajo
la fuerte presión de las masas populares y ante el peligro de ser derrocados
por sus enemigos políticos, los bolcheviques se vieron obligados a retirar a
Rusia de la guerra, para lo cual firmaron por separado un tratado de paz con
Alemania: el de Brest-Litovsk, cediendo los territorios de Polonia y los países
bálticos. Pero este tratado, que parecía favorecer a las potencias centrales,
llegaba demasiado tarde para ellas, puesto que desde hacía casi un año los
países de la Entente tenían un nuevo y poderoso aliado: Estados Unidos.
Participación de
Estados Unidos en la gran guerra. En abril de 1917, después de haber
fracasado en sus intentos por conseguir la paz entre los países europeos
mediante la vía diplomática, el presidente Wilson justificaba ante el pueblo
estadounidense la decisión de entrar en la guerra con el propósito de que “triunfaran
la justicia, la democracia, la soberanía nacional y la libertad de los mares”
(esto último apoyado en el hecho de que los alemanes habían hundido barcos
británicos en los que viajaban ciudadanos estadounidenses). Además, Wilson
había sido advertido por los servicios de inteligencia británicos acerca de un
telegrama enviado al gobierno de México por Arthur Zimmermann, ministro alemán
de Relaciones Exteriores, quien proponía a este país una alianza para “hacer la
guerra y la paz juntos” con la promesa de que en caso de triunfar Alemania,
México recuperaría los territorios perdidos en la guerra con Estados Unidos
(1846-1848). Ante estas provocaciones del gobierno alemán, Wilson no necesitó
mayores pretextos para entrar a la contienda. El 2 de abril de 1917, el
Congreso de Estados Unidos aprobaba la declaración de guerra y la participación
de todas sus fuerzas armadas, como país asociado a la Entente; es decir, se
reservaba el derecho de retirarse de la guerra si así convenía sus intereses.
Con la intervención de Estados Unidos se rompió el
equilibrio de fuerzas en favor de la Entente gracias a los diversos recursos
que aportó no sólo en forma directa, como armamento y tropas, sino
indirectamente a través de la presión económica que ejerció sobre los países
enemigos, ya que embargó las exportaciones de éstos e incrementó para los
Aliados el crédito público y privado. A la participación de Estados Unidos se
agregaba, en consecuencia, la de algunos países latinoamericanos (Cuba, Panamá,
Brasil) sometidos a la influencia económica estadounidense, los cuales
abandonaron su neutralidad en favor de los Aliados. China, Grecia y Portugal declararon
también la guerra a Alemania.
En enero de
1918, el presidente Wilson presentó ante el Senado de su país un documento en
el que definía los objetivos bélicos de su gobierno. En dicho documento, que
constaba de 14 puntos, se planteaban las medidas propuestas para lograr una paz
justa y duradera, basada en el principio de autodeterminación
de los pueblos, que beneficiara no sólo a los países vencedores sino
también a los vencidos. En síntesis, Wilson proponía suprimir todo tipo de
diplomacia secreta, además de buscar la libertad de los mares y la
reorganización de Europa basada en el principio de soberanía nacional. Para
Austria-Hungría y los pueblos no turcos del antiguo Imperio Otomano, Wilson
proponía solamente “bases más amplias para un desarrollo autónomo”. Los Catorce Puntos culminaban con una
propuesta para crear una “Sociedad de Naciones” que garantizara, tanto a los
países grandes como a los pequeños, una seguridad efectiva.
·
Uno de los 14 puntos era devolver Alsacia y
Lorena
·
Otro de los puntos hablaba de poner la
democratización del Estado alemán como primera condición para apertura de
conversaciones de paz.
Etapa final
A mediados de 1918, las Potencias Centrales habían entrado
ya en la fase crítica de la guerra. El 8 de agosto de ese mismo año tuvo lugar
un ataque anglo francés cerca de Amiens, junto al río Somme, en el que se
emplearon por primera vez en forma masiva “carros de combate” (tanques de
guerra), los cuales permitieron infligir al ejército alemán una derrota de la
cual ya no pudo reponerse. Semanas más tarde, el 25 de sep. Los Aliados
lanzaron una nueva ofensiva de gran magnitud en contra de Alemania en la que se
emplearon más de un millón de hombres de las fuerzas armadas estadounidenses,
mientras que en los Balcanes las tropas aliadas habían conseguido la derrota de
Bulgaria. El 28 del mismo mes de septiembre, el alto mando militar alemán
propuso una oferta de armisticio y paz al presidente Wilson, recomendando al
mismo tiempo a las autoridades políticas de Alemania la inmediata formación de
un gobierno parlamentario sobre amplia base nacional; Austria se había rendido
desde el 15 de septiembre y poco después le siguió Turquía, derrotada por las
fuerzas inglesas en Palestina. El 11 de nov. De 1918, representantes alemanes y
de las potencias aliadas firmaron en Francia, en el interior de un vagón de
ferrocarril situado a las afueras de París, el armisticio que puso fin a la
Gran Guerra.
Tratado de paz
El 18 de enero de 1919 comenzaron en París las conferencias
internacionales de paz, en las que solamente participaron los vencedores Rusia
no fue invitada por los Aliados a participar en las negociaciones de paz para
no correr el riesgo de que se extendieran las ideas comunistas del nuevo
gobierno soviético. La decisión definitiva correspondió a los representantes de
las potencias sobresalientes: Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Italia y
Japón. Se dejaba a Alemania completamente derrotada.
Después de
varios días de discusiones, se llegó al “Tratado de Versalles”. Principales
puntos de éste:
·
El país germano perdía todas sus colonias.
·
Se devolverían Alsacia y Lorena a Francia.
· *Se obliga a Alemania a pagar una indemnización
por los daños y gastos causados por la guerra.
· *Se disponía la liberación de los prisioneros de
guerra y la entrega de más de 800 criminales de guerra.
· *Se prohibía a Alemania poseer un ejército mayor
de 100 mil hombres.
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