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miércoles, 11 de mayo de 2016

Unidad 9. La Caída del Muro de Berlín, Guerra Fría.

Caída del Muro

Unidad 8. Segunda Guerra Fría.

Segunda Guerra Fría

Unidad 8. Tercer Mundo. Guerra Fría.

Tercer Mundo


Por regla general el término Tercer Mundo definió a los países subdesarrollados. Debido a que algunos subdesarrollados avanzaron mínimamente y gozan de algunos de los entretenimientos del Primer Mundo, un nuevo término está siendo acuñado: Cuarto Mundo.
El concepto del Tercer mundo comenzó a manejarse en los medios internacionales en los momentos de la posguerra cuando el avance del comunismo en Europa oriental dio como resultado la creación de un segundo mundo, es decir, el bloque soviético cuyo creciente poderío le permitía entrar en competencia con el capitalista el primer mundo.

La Unión soviética y EU encabezaban su mundo respectivo. A parte quedaban un conjunto de países caracterizados tanto por estar menos desarrollados en materia económica y tecnológica como por su neutralidad con respecto a las dos superpotencias, ellos constituían el tercer mundo. Geográficamente corresponden a América Latina, África y Asia con excepción de Sudáfrica y África comunista.

Los países del Tercer Mundo aunque teóricamente independiente, en la práctica fueron sometidos a la dependencia económica impuesta allá afuera por sus antiguas metrópolis y sus países desarrollados, y esto es precisamente lo que les otorga su calidad de naciones subdesarrolladas.


La política de neutralidad de los países del Tercer Mundo de fundamentan la idea de lo alineación que surgió también en algunos estado europeos como el Yugoslavia donde su mariscal Pito, a pesar de su posición socialista, se negó a aceptar el dominio soviético y la pérdida de la soberanía nacional. La política de no alineación tomó fuera a partir de la Conferencia de Bandung en 1955 en donde se condenó el colonialismo, a la discriminación racial y al armamentismo atómica poniendo relaciones de coexistencia pacífica entre ambos bloques.

Unidad 8. Guerra de Vietnam, Guerra Fría.

Guerra de Vietnam

Unidad 8. Crisis de los misiles, Guerra Fría.

Crisis de los misiles en Cuba

Unidad 8. Fundación del Estado de Israel, Guerra Fría.

Fundación del Estado de Israel.

Unidad 8. La Guerra de Corea. Guerra Fría.

Guerra de Corea
Seleccionen la Guerra de Corea en las Presentaciones

Unidad 8. Antecedentes de la Guerra Fría.

Antecedentes de la Guerra Fría

jueves, 5 de mayo de 2016

Unidad 7. Desarrollo y Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.


SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Desarrollo y Consecuencias

La invasión a Polonia, causa inmediata : Una vez establecidas las alianzas que le garantizaban el apoyo militar necesario, Hitler se decidió a iniciar su plan. El 28 de abril exigió a Polonia la devolución de Danzig al Reich y el derecho a construir una carretera a través del corredor polaco. La negativa de Polonia, con el apoyo de Francia y de Gran Bretaña, constituyó la excusa para justificar la invasión.

El 1 de septiembre de 1939 las tropas alemanas invadieron Polonia y el día 3 Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania. La Segunda Guerra Mundial había comenzado. El 1º de septiembre de 1939 la Wehrmacht (fuerza armada alemana) puso en práctica la estrategia de la blitzkrieg, o “guerra relámpago”, con el objetivo de invadir Polonia.  El día 28 del mismo mes el ejército polaco capitulaba y Polonia dejaba de existir al ser repartida entre Alemania y la Unión Soviética, de acuerdo con el pacto firmado entre estas dos naciones.

Ante esta nueva agresión, Inglaterra y Francia declaran la guerra a Alemania, pero poco hacer para evitar el desastre en Polonia. A esta irrupción alemana se suma la ocupación rusa de la zona del este polaco, y en virtud de un pacto firmado entre Stalin y Hitler, se fija la frontera entre las dos potencias restableciendo de hecho los viejos límites anteriores a la Primera Guerra (Rusia ocupa las dos terceras partes de Polonia y los estados de Estonia, Letonia y Lituania). 
La URSS recibió los territorios que antes habían formado parte del antiguo imperio zarista, en tanto que Alemania se incorporó el corredor polaco, Posnania y la Alta Silesia. Con el resto del territorio se formó un estado semiautónomo bajo el llamado Gobierno General de Polonia, que en realidad era un protectorado alemán.
Ante este hecho, que significaba la invasión nazi a uno de los países no alemanes de Europa oriental, las potencias aijadas de Polonia —Gran Bretaña y Francia— tuvieron que responder de manera inmediata a la agresión de Hitler y, al día siguiente de la entrada de las tropas alemanas en suelo polaco (2 de septiembre de 1939), emitieron la declaración de guerra que el Führer parecía estar buscando. Se había iniciado la Segunda Guerra Mundial.

La Guerra Relámpago del alemán (Blitzkrieg) es el nombre popular para una doctrina de guerra un bombardeo inicial rápido junto con el uso coordinado de fuerzas móviles en conjunto con velocidad y sorpresa con el fin de golpear con contundencia al enemigo antes de que este pueda organizar una defensa coherente.


Primera fase: La Guerra en Europa

La primera fase de la Segunda Guerra Mundial se divide a su vez en dos periodos, el primero de ellos 
culmina al rendirse Francia a los alemanes en junio de 1940, y el segundo se extiende desde esa fecha hasta que la guerra se convierte en mundial con el ingreso de Estados Unidos a favor de los Aliados y de Japón con las Potencias del Eje en diciembre de 1941.

El primer periodo: septiembre de 1939 a junio de 1940:
Después de la invasión a Polonia, Alemania intentó negociar con Francia e Inglaterra el reconocimiento de la nueva situación, pero, ante la negativa de éstas, fijó su objetivo en asegurar suministros para su ejército. Ello le obligó a incrementar sus acuerdos económicos con la Unión Soviética, que le proporcionaría materias primas, y a negociar la compra del hierro sueco. Desde octubre de 1939 hasta la primavera del siguiente año, se ambos bandos se preparan para una guerra que prometía ser larga y penosa.

Las naciones escandinavas intentaban mantenerse neutrales en la guerra y, para ello, tuvieron que hacer concesiones a ambos contendientes. Noruega dejaría pasar el mineral de hierro sueco con destino a Alemania y, al mismo tiempo, su flota mercante colaboraría con la inglesa. Sin embargo, Alemania quería asegurarse a toda costa ese suministro y temía una intervención aliada inmediata en Noruega.


Invasión alemana a Noruega y caída de Francia.
Fuerza Armada Alemana (Wehrmacht )

Hitler, alertado por sus almirantes, decidió emprender la conquista de Noruega antes de que Gran Bretaña pudiese ocuparla o bloquear sus aguas territoriales. Si los aliados controlaban Noruega, Alemania volvería a ser víctima del temido bloqueo, como sucediera en la Primera Guerra Mundial. Se vería privada incluso del mineral de hierro, que desde el norte de Suecia llegaba por ferrocarril hasta el puerto noruego de Narvik y proseguía por mar hasta Alemania, a lo largo de la costa noruega.
En abril de 1940 invadió Dinamarca y Noruega, dejando aislada a Suecia y como Estado “tapón” neutral ante la cercanía de la Unión Soviética. Su hierro estaba asegurado. Entretanto, en el frente occidental europeo la situación se estabilizó después de que los franceses intentaron sin éxito romper las líneas de defensa alemanas, luego de la invasión de Polonia. Siete meses pasaron los dos ejércitos frente a frente sin luchar.

Caída de Francia: Se trataba del Plan Amarillo, consistente en una acción coordinada contra Holanda y Francia, a cargo de tres cuerpos de ejército, desplegados a lo largo de un frente de 250 kilómetros. El cuerpo de ejército A, mandado por el general Gerd von Rundstedt, realizaría la acometida principal por el centro del frente, a través del bosque de las Ardenas; al norte, el cuerpo de ejército B, a las órdenes del general Fedor von Bock, lanzaría un ataque simultáneo sobre Holanda y Bélgica; al sur, el cuerpo de ejército C, bajo el mando del general Wilhelm von Leeb, permanecería a la defensiva frente a la Línea Maginot.

Los aliados, sin embargo, esperaban de los alemanes una estrategia semejante a la realizada en la Primera Guerra Mundial. En consecuencia, el general francés Maurice Gamelin, que se hallaba al frente de las tropas aliadas, concentró la mayor parte de sus fuerzas en el norte, a lo largo de la frontera franco belga, por donde tuvo lugar la penetración germana en 1914. La región de las Ardenas (donde los galos pensaban que el terreno resultaba excesivamente difícil para grandes movimientos de tropas), así como la Línea Maginot, quedaron peor defendidas.

Tanto en número como en material, los ejércitos contendientes estaban casi igualados. Las fuerzas francesas, inglesas, holandesas y belgas totalizaban alrededor de 135 divisiones; las germanas, 136. En carros de combate, los aliados superaban ligeramente a los alemanes. Estos, en cambio, poseían una pequeña ventaja en el aire, especialmente en cazabombarderos y en aviones de transporte.

Al tiempo que se efectuaban esas acciones en el Norte, los alemanes también avanzaban hacia el oeste y lograban invadir Holanda, Bélgica y Luxemburgo, en rápidas acciones que hicieron retroceder a las fuerzas franco-británicas, sorprendidas por el hecho de que los alemanes avanzaron a territorio francés a través de las Ardenas, en vez de cruzar el terreno donde se encontraba la “Línea Maginot”, sistema de fortificaciones construido en 1929 para proteger la frontera oriental de Francia.

Pero la organización, la táctica y la moral de los aliados eran sin duda alguna inferiores. Holandeses y belgas se mantuvieron estrictamente neutrales hasta el último momento, impidiendo, en consecuencia la coordinación de la defensa aliada. Los aliados no podían contener en absoluto las enorme y poderosas formaciones alemanas, de carros de combate combinado con ataques por aire y por tierra y con una asombrosa capacidad de coordinación y habilidad táctica y bélica. Además la moral alemana, estaba reforzada por las espectaculares victorias alcanzadas en Polonia y Noruega.


Las fuerzas combinadas germanas emprendieron la marcha hacia el sur con objeto de iniciar su ofensiva sobre Francia y hacia los primeros días de junio de 1940, las tropas de Hitler habían logrado vencer las defensas francesas en el río Sommey continuaban hacia París, ocupada por los alemanes el día 14 del mismo mes.

El día 22, a las seis semanas de haber iniciado Hitler su ofensiva sobre el oeste de Europa, Francia firmaba un armisticio. El lugar elegido fue el bosque de Compiégne, al norte de París, donde Alemania sufrió la humillación del 11 de noviembre de 1918. Para hacer honor a la ocasión, los alemanes sacaron de un museo de la capital de Francia el vagón de ferrocarril utilizado para los acuerdos de aquella fecha y lo trasladaron hasta Compiégne.

El armisticio fijaba la ocupación germana del norte de Francia, y respetaba una zona al sur bajo el gobierno de Pétain. (En realidad el régimen de Vichy no pasaría de ser un gobierno títere.) Asimismo, la marina francesa sería desmovilizada y sus barcos internados en puertos galos.
El 25 de junio, el gobierno de Pétain firmó otro armisticio con Italia, la cual, diez días antes, había declarado la guerra a Francia para poder reclamar su parte en el botín. El ejército italiano, sin embargo, no pudo atacar hasta el día 21, y tan sólo había avanzado unos centenares de metros. El armisticio permitió a los italianos ocupar el pequeño territorio y estableció una zona desmilitarizada.
Según el armisticio cual Francia quedaría dividida en dos zonas: la atlántica ocupada por Alemania, con la ciudad de París como capital; y la mediterránea que constituiría la “Francia libre”, con capital en Vichy y con el mariscal Philippe Pétain (foto izquierda) al frente de un gobierno supuestamente “colaboracionista” de Alemania, obligado a aceptar las condiciones del “nuevo orden europeo”. Tales condiciones consistían en romper relaciones con Inglaterra y proceder al desarme del ejército francés.

El papel de la Resistencia: Sin embargo, no todo fue negativo. La dolorosa derrota de Francia logró reavivar el espíritu nacionalista de sus ciudadanos, quienes organizaron movimientos de resistencia dirigidos desde Londres por el general Charles de Gaulle (foto izquierda). Consiguieron formar cuerpos de “guerrilla” que, aunque no alcanzaron un éxito definitivo, mantuvieron viva la esperanza del pueblo francés para liberarse del invasor. De manera semejante creció el nacionalismo en la Gran Bretaña, pues aun cuando las islas británicas no llegaron a ser ocupadas, los continuos ataques aéreos de los alemanes estimularon el deseo de los británicos por luchar contra el enemigo.


Así, se mostraron dispuestos a aceptar las medidas de su gobierno, representado entonces por el primer ministro Winston Churchill, quien pronuncia su famoso discurso en el que pidió al pueblo británico “sangre, sudor y lágrimas” para vencer al nazismo. La resistencia francesa y británica despertó la simpatía y la admiración del pueblo estadounidense que se fue preparando mentalmente para una posible intervención a favor de las democracias occidentales.


Segundo periodo, junio de 1940 a diciembre de 1941


La Batalla de Inglaterra:
El Führer comprendió mientras tanto que Alemania no estaría en condiciones de iniciar la conquista de Inglaterra hasta haber obtenido un dominio absoluto en el aire. En consecuencia, ordenó al mariscal de campo Hermann Goering, jefe de la Luftwaffe, que preparara una gran ofensiva aérea para destruir la RAF e inutilizar la marina británica. La batalla de la Luftwaffe (fuerza área alemana) contra Inglaterra comenzó el 10 de julio de 1940. Al principio, las incursiones aéreas germanas fueron un tanto limitadas, pero a partir del 2 de agosto empezaron a darse ataques masivos contra los aeródromos ingleses, las fábricas de material aeronáutico y, sobre todo, contra el poderoso y eficaz conjunto de la red inglesa de radar.
Luftwaffe (fuerza área alemana)

Churchill ordenó  a la RAF, que desde el 15 de mayo había bombardeado diversas ciudades alemanas, dirigirse hacia Berlín en sus incursiones nocturnas. A finales de agosto, Hitler ordenó de pronto a Goering que suspendiera los ataques a los aeródromos ingleses e iniciara un bombardeo masivo sobre Londres y otros centros industriales. El 7 de septiembre, un enorme contingente aéreo atacaba la capital británica, y envolvía en llamas un amplio sector de los muelles del East End. A partir de esta fecha, las incursiones se sucedieron diariamente.
Los alemanes dirigieron sus ataques contra la ciudad de Londres, que llegó a ser bombardeada durante cincuenta y siete noches consecutivas. Otras grandes ciudades británicas sufrieron también los efectos del ataque aéreo; en conjunto, sobre Inglaterra cayeron 190 mil toneladas de bombas y se tuvo que lamentar la pérdida de cerca de 44 mil vidas humanas y más de 50 mil heridos. En algunos momentos, la RAE (Royal Air Force) pareció estar cerca del colapso, pero Churchill pudo declarar más tarde: “No hay, en la historia de las guerras, ningún otro ejemplo en que tan tantos seres humanos debieron tanto a tan pocos.”
Mientras tanto, los ingleses, temiendo una invasión, comenzaron a bombardear a su vez los puertos del canal de la Mancha y del mar del Norte, donde la armada alemana había comenzado a reunir su flota.
El cambio operado en la táctica germana (en no bombardera más los aeródromos y pistas) proporcionó a la RAF tiempo suficiente para reparar sus maltrechos cazas y aeródromos. Al fin, el 15 de septiembre, los aviones británicos infligieron graves pérdidas a la fuerza aérea de Goering. Cuatro días después, Hitler aplazaba de modo indefinido la Operación León Marino y ordenaba que la flota destinada a invadir Inglaterra se retirara a aguas más seguras. En octubre volvería a fijar la operación para la primavera o principios del verano de 1941, pero el plan, en la práctica, se había abandonado. Si bien los bombarderos germanos prosiguieron sus incursiones nocturnas sobre las ciudades inglesas, la batalla de Inglaterra había terminado. Los alemanes acababan de sufrir su primera gran derrota.

Discurso de Churchill llamando a la resistencia: Ésa es la decisión del gobierno de Su Majestad y de todos los hombres que lo componen. Esa es la voluntad del Parlamento y de toda la nación. El Imperio Británico y la República Francesa, unidos en la misma causa y en la misma necesidad, defenderán su tierra natal hasta la muerte, ayudándose fraternalmente hasta el límite de sus fuerzas. Aunque, en verdad, gran parte de Europa y más de un antiguo y famoso Estado hayan caído o puedan caer en las garras de la Gestapo (Foto: Hermann Goring creador de la Gestapo) y de todo el odioso aparato de opresión nazi, no nos someteremos ni nos doblegaremos. Seguiremos hasta el fin, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos en los aires con una fuerza y una confianza crecientes, defenderemos nuestra isla a cualquier precio, lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; nonos rendiremos jamás. E incluso si esta isla (…), cosa que ni por un instante creo posible, fuera sojuzgada, en ese caso nuestros Imperio de ultramar; armado y vigilado por la flota británica continuaría el combate hasta que, en el momento que Dios desease, el Nuevo Mundo, con toda su fuerza y su poder, avance para socorrer y liberar al Antiguo.

Winston Churchill, 4 de junio de 1940.
Formación de las Potencias del Eje:
Por intereses comunes los destinos de Alemania e Italia se mantuvieron inexorablemente unidos y en mayo 1939 , ambas naciones sellaron su alianza con un compromiso militar por un período de diez años: el Pacto de Acero.
Para uno y otro miembro, la alianza del Eje representaba una fuente de obligaciones y de seguridades. Mussolini no intervino en el conflicto hasta 1940, fecha en que la guerra ya era un hecho indubitable y la conquista de Europa parecía segura. El Duce no quería hallarse ausente a la hora del botín, pero ya desde entonces se consideró perjudicado en el reparto de los territorios. Por su parte, Hitler no le confiaba sus planes. La invasión de Noruega, por ejemplo, en abril de 1940, constituyó para Italia una total sorpresa.
En el transcurso de la guerra, Hitler se veía precisado a acudir, cada vez con más frecuencia, en apoyo de su aliado. A instancias del Führer, Italia atacó, en septiembre de 1940, a las fuerzas inglesas destacadas en el norte de África. Un año después, sin embargo, tropas alemanas acudieron apresuradamente en su ayuda a fin de evitar un descalabro. En octubre de 1940, el Duce atacó Grecia y, una vez más, hubo de solicitar auxilio de Alemania.
A pesar de todo, la alianza satisfacía a ambos líderes. Mussolini esperaba el resurgir de la Roma imperial, compartiendo con Alemania un destino histórico. Hitler necesitaba al italiano para que le protegiera, siquiera fuese de modo precario, el flanco meridional. El Führer mostró hacia Mussolini lealtad inquebrantable. Cuando a fines de julio de 1943 el Duce fue depuesto y encarcelado por su propio Gran Consejo, en plena conquista de Sicilia por los aliados, Hitler envió una unidad especial a rescatarlo, y a mediados de septiembre lo reinstauró en el poder —aunque ya falso y nominal— en el norte de Italia.
La alianza entre Alemania, Italia y Japón constituía un bloque compacto que se consolidaría con dos acuerdos más: el Pacto de Acero, firmado por Italia y Alemania en mayo de 1939, por el que estos países se comprometían a ayudarse mutuamente en caso de guerra y a colaborar para conseguir el espacio vital que ambos buscaban, y el Pacto Tripartita de septiembre de 1940 entre Alemania, Italia y Japón.
El ingreso de Japón, cuya ubicación en el océano Pacífico era estratégica para aislar a la Unión Soviética, facilitaba a Alemania el ataque por el extremo oriental de Rusia que Hitler tenía planeado realizar más adelante cuando hubiera derrotado a las potencias occidentales. El Führer creía posible contener la presión de Rusia en virtud del pacto de no agresión firmado con los soviéticos, y suponía que de esa manera podría evitar una guerra en dos frentes. Sin embargo, derrotar a Inglaterra no era empresa fácil, y la fuerza aérea de este país había ocasionado graves pérdidas a la Luftwaffe. En esas circunstancias Hitler decidió bloquear el Mediterráneo con ayuda de Mussolini, buscando interrumpir la comunicación de los británicos con los puntos estratégicos que poseían en esta zona, además de causarles daños económicos al bloquear el Canal de Suez.    

La guerra en Europa centro-oriental:
Mientras los alemanes organizaban la nueva situación de Francia, Stalin aprovechaba para continuar con la anexión de los territorios señalados en el pacto germano-soviético, en perjuicio de Rumania y de Letonia, Lituania y Estonia. Hitler decidió entonces avanzar hacia el este e intervino en Rumania; en septiembre de 1940, abdicó el rey rumano y tomó el poder el mariscal Ion Antonescu, quien impuso un régimen pronazi y permite la entrada de las tropas alemanas a Rumania, que ocupan los campos petroleros de su territorio.1 Estos movimientos ocasionaron la ruptura de las relaciones germano-soviéticas y favorecieron los planes de Hitler para invadir Rusia.

El 18 de diciembre de 1940, Hitler dictó la Operación Barbaroja en contra de Rusia, planeada para realizarse en la primavera del año siguiente. Sin embargo, los acontecimientos en los Balcanes obligaron a retrasarlo.

Operaciones en África y los Balcanes:
El 28 de octubre de 1940, Mussolini invadió Grecia sin previo aviso al Führer, cuya indignación fue mayor al enterarse de la derrota de los italianos al mes siguiente. Más tarde, el Duce sufrió un nuevo descalabro, aún más grave, ante las tropas inglesas que, procedentes de Egipto, penetraron en Libia y se apoderaron de la Somalia italiana, de Eritrea y, por último, de Etiopía, la reciente conquista italiana. Estas derrotas, que enardecieron aHitler, impulsaron al ejército alemán para crear el Africa Korps, destacamento militar especialmente equipado y adiestrado para la guerra en el desierto, bajo el mando del general Erwin Rommel (foto izquierda), quien logró romper el frente británico y cambió el rumbo de las operaciones del Mediterráneo a favor de las potencias del Eje. Las tropas alemanas avanzaron con rapidez, y en abril de 1941 se encontraban en Egipto, donde ocuparon el paso de Halfaya.

El Führer se propuso además avanzar hacia los Balcanes. Mediante el recurso de la guerra relámpago iniciada el 6 de abril de 1941, las fuerzas alemanas vencieron la resistencia de Yugoslavia y Grecia, que se rindieron en pocos días. A fines de mayo, los alemanes se apoderaron igualmente de Creta, y a partir de entonces, el Eje pudo pasar a la ofensiva en Libia Durante el verano de 1941, Alemania se había apoderado de los Balcanes, mientras que la Gran Bretaña dominaba en las regiones vecinas del Cercano Oriente y Gibraltar en el extremo oeste del Mediterráneo, gracias a que Francisco Franco se negó a aceptar la propuesta de Mussolini para que España participara en la guerra contra los aliados. Mientras tanto, la guerra continuaba en el norte de África y se mantendría durante dos años más, hasta la intervención de las tropas estadounidenses.

Invasión de Rusia: 
En junio de 1941, ante la imposibilidad de vencer a Inglaterra en forma definitiva, Hitler decidió poner en práctica la operación Barbaroja en contra de la Unión Soviética. Este plan de ataque consistía en una operación rápida destinada a eliminar las tropas rusas, aprovechando que ya Francia había sido sometida e Inglaterra se encontraba luchando sola en el Mediterráneo.

El 22 de junio de 1941 más tres millones de soldados alemanes irrumpieron en la URSS. Su tremendo potencial bélico, magnitud de la invasión no te precedentes. Las divisiones manas se adentraron a lo largo lo ancho de cientos de kilómetros y barrieron literalmente la precaria resistencia soviética. Hitler, persuadido de que los rusos se hallaban al borde del colapso, decidió caer sobre Moscú.
A principios diciembre, sus tropas se hallaban sólo a 42 kilómetros de la capital soviética. Sin embargo, agotamiento, las temperatura bajo cero y la reacción militar r se cebaron esta vez en los alemanes. El 6 de diciembre, las tropas de la URSS se lanzaron repentinamente al contraataque, causaron estragos en el invasor  y obligaron a retroceder hasta kilómetros en algunos sectores. En marzo de 1942 los alemanes consiguieron reagruparse y, a mediados del verano, tomaron nuevo la iniciativa y amenaza los ricos yacimientos petrolíferos del Cáucaso, al tiempo que prefijaban la toma de Stalingrado como otra de sus metas. Pero la suerte había cambiado y la Unión Soviética se había repuesto formidablemente.
Además, Hitler suponía que al derrotar a Rusia, Japón podría dominar el Pacífico y amenazaría las costas de Estados Unidos para impedir que este país interviniera en la guerra de Europa. Aunque en los primeros momentos las tropas alemanas lograron importantes éxitos militares en Rusia, al ocasionar innumerables bajas en el ejército ruso y avanzar en territorio soviético hasta llegar a las puertas de Moscú, al llegar el invierno antes de lo previsto, las tropas germanas, que no estaban preparadas para afrontar el intenso frío, comenzaron a debilitarse. 
El 5 de diciembre de 1941, los rusos realizaron una contraofensiva frente a Moscú; la guerra se convertía en la contienda prolongada que Hitler creyó poder evitar para no verse en la necesidad de luchar en los dos frentes. El día 7 de ese mismo mes, la aviación japonesa atacaba con éxito la flota de Estados Unidos que se encontraba anclada en Pearl Harbor de las islas Hawai; esta acción japonesa dio al presidente Roosevelt la oportunidad que estaba esperando para que el Congreso aprobara la intervención de Estados Unidos en la guerra.


Segunda fase: intervención de Japón y Estados Unidos

La segunda fase de la guerra se caracteriza por la intervención de dos países de reciente crecimiento económico que comenzaban a participar, en las aspiraciones imperialistas del reparto mundial: Estados Unidos y Japón.
A finales de junio de 1940, las ofensivas relámpago de Alemania en Europa favorecieron a los japoneses, quienes se apoderaron de las colonias francesas, holandesas e inglesas del sudeste asiático. Eran tierras ricas en estaño, petróleo, caucho y otros recursos, imprescindibles para el continuo crecimiento nipón. En septiembre de 1940, el Japón, consecuente con su política expansionista, presionaba sobre el gobierno francés de Vichy para ocupar con sus tropas el norte de Indochina.
Allí construyeron poco después las bases aéreas desde donde bombardearon la carretera de Birmania, única comunicación de China con el mundo exterior. Los ingleses se vieron imposibilitados de utilizar esta vía. Los Estados Unidos, que se servían también de esta ruta para enviar suministros a Chiang Kai-shek, incrementaron en represalia la ayuda a China, y el 26 de septiembre bloquearon totalmente las ventas al Japón de petróleo, chatarra y acero. Al día siguiente, los nipones firmaban con el Eje el Pacto Tripartito.
La diplomacia japonesa fracasó en su intento de obtener concesiones de las autoridades coloniales de las Indias Orientales holandesas. En enero de 1941 los nipones se plantearon la cuestión de recurrir a la fuerza para procurarse sus imprescindibles recursos. El almirante Jsoroku Yamamoto, jefe de la Primera Flota japonesa, sugirió un ataque sorpresa a Pearl Harbor a fin de destruir las fuerzas navales norteamericanas mientras el Japón realizaba sus planes de conquista. Los japoneses proyectaron una estrategia en tres etapas, en donde la primera  pondría fin al poderío marítimo norteamericano en Pearl Harbor, la misma se consumó el 7 de diciembre de 1941, donde la flota estadounidense fue atacada de sorpresa con 200 aviones japoneses, entre bombarderos, cazas y torpederos y con un balance de 2403 muertos, 1178 heridos y gran parte de la flota destruida.

El ataque japonés a Pearl Harbor  el 7 de diciembre de 1941, fue fotografiado por un piloto nipón. Las bombas, al detonar, levantaban del agua gigantescas montañas de espuma, al tiempo que aniquilaban gran parte del poderlo naval y aéreo estadounidense; no dañaron, sin embargo, los importantes depósitos de crudos
Por otra parte, desde mediados del año anterior, cuando la Luftwaffe iniciara sus ataques conTra Inglaterra, Roosevelt había pactado con el gobierno británico la entrega de 50 barcos destructores a cambio de una cesión de bases en varias colonias inglesas en el continente americano, y había logrado que el Congreso de Estados Unidos aprobara a Ley de Préstamos y Arriendos, destinada a prestar ayuda financiera a Gran Bretaña para costear los gastos de guerra, no obstante que tales acciones constituían una violación a la neutralidad estadounidense.
Además, en agosto de 1941, Roosevelt y Churchill (foto) habían celebrado una reunión a bordo de un crucero frente a las costas de Terranova, y el día 14 firmaban una declaración de principios contenida en la llamada Carta del Atlántico en la cual se ratificaban los ideales liberales y democráticos, y se insistía en el propósito de organizar un sistema efectivo de seguridad colectiva, mediante el establecimiento de un régimen de colaboración económica entre los pueblos, restaurando el principio de autodeterminación. A pesar de la magnitud de esa colaboración de parte de Estados Unidos, que convertía a este país en el gran arsenal de las potencias occidentales, no era suficientemente poderosa como para que éstas ganaran la guerra; así, el ataque japonés a Pearl Harborl dio al gobierno estadounidense la oportunidad de participar m el conflicto, que así tomaba un nuevo rumbo.


La Carta del Atlántico
El presidente de los Estados Unidos de América y el Primer Ministro representante del Gobierno de S.M. en el Rino Unido, habiéndose reunido en el Océano (Atlántico), juzgan oportuno hacer conocer algunos principios sobre los cuales ellos fundan sus esperanzas en un mejor para el mundo y que son comunes a la política nacional de sus respectivos países.

1. Sus países no buscan ningún engrandecimiento territorial o de otro tipo.
2. No desean ver ningún cambio territorial que no esté de acuerdo con los votos libremente expresados de los pueblos interesados.
3. Respetan el derecho que tienen todos los pueblos de escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir, y desean que sean restablecidos los derechos soberanos y el libre ejercicio del gobierno a aquéllos a quienes les han sido arrebatados por la fuerza.
4. Se esforzarán, respetando totalmente sus obligaciones existentes, en extender a todos los Estados, pequeños o grandes, victoriosos o vencidos, la posibilidad de acceso a condiciones de igualdad al comercio y a las materias primas mundiales que son necesarias para su prosperidad económica.
5. Desean realizar entre todas las naciones la colaboración más completa, en el dominio de la economía, con el fin de asegurar a todos las mejoras de las condiciones de trabajo, el progreso económico y la protección social.
6. Tras la destrucción total de la tiranía nazi, esperan ver restablecer una paz que permita a todas las naciones vivir con seguridad en el interior de sus propias fronteras y que garantice a todos los hombres de todos los países una existencia libre sin miedo ni pobreza.
7. Una paz así permitirá a todos los hombres navegar sin trabas sobre los mares y océanos.
8. Tienen la convicción de que todas las naciones del mundo, tanto por razones de orden práctico como de carácter espiritual, deben renunciar totalmente al uso de la fuerza. Puesto que ninguna paz futura puede ser mantenida sin las armas terrestres, navales o aéreas continúan siendo empleadas por las naciones que la amenazan, o son susceptibles de amenazarla con agresiones fuera de sus fronteras, consideran que, en espera de poder establecer un sistema de seguridad general, amplio y permanente, el desarme de tales naciones es esencial. Igualmente ayudarán y fomentarán todo tipo de medidas prácticas que alivien el pesado fardo de los armamentos que abruma a los pueblos pacíficos.

Formación del bloque de los Aliados:
Solidarizándose con Japón, Alemania e Italia declararon la guerra a Estados Unidos el día 11 de diciembre, cuatro días después del ataque a Pearl Harbor; de esta manera estaba más que justificada la entrada en la guerra para los estadounidenses; después de esto todos los gobiernos del continente americano, con excepción de Argentina que lo haría más tarde, hicieron causa común con Estados Unidos, en la Conferencia Panamericana celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en enero de 1942. Ese mismo mes, veintisiete naciones, incluidas las tres grandes potencias —Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética que había roto el pacto con Alemania— se integraban en una alianza contra el Eje a la que Roosevelt dio el nombre de Naciones Unidas.

Cada una de ellas se comprometía a utilizar todos los recursos para derrotar al Eje y a no hacer nunca una paz por separado. De tal forma quedaban integrados plenamente los dos bloques contrarios: el bloque de los Aliados, formado por Inglaterra, la Unión Soviética y Estados Unidos (Francia había quedado temporalmente fuera de la contienda) y el bloque del Eje, integrado por Alemania, Italia y Japón. El primero manifestaba una aplastante superioridad en caso de que la guerra se prolongase, aunque todavía a mediados de 1942 la supremacía de las Potencias del Eje era un hecho innegable.
A principios de ese año, Estados Unidos y Gran Bretaña formaron una organización llamada Jefes de Estado Mayor Combinados, con el propósito de unificar sus recursos, en una estrecha colaboración que por primera vez se daba entre las dos naciones y, en agosto se celebraba en Moscú un encuentro entre Stalin, Churchill y William Averell Harriman, este último en representación del presidente estadounidense, para discutir la apertura de un segundo frente en Europa.

Tres frentes de guerra:
A partir de diciembre de 1941 se efectuaron tres guerras, en forma casi independiente aunque incluidas en una sola guerra total: 1) en las llanuras de Rusia, entre los alemanes y el ejército soviético; 2) en el océano Pacífico, donde se enfrentaron estadounidenses y japoneses; y 3) en el océano Atlántico, el mar Mediterráneo y el norte de África, donde ingleses y estadounidenses combatían contra Alemania e Italia. Para los Aliados, el objetivo principal consistió en acelerar la derrota de Alemania, la nación más peligrosa de las Potencias del Eje, aun cuando tuvieran que retrasar la derrota sobre Japón.

Las batallas decisivas que harían cambiar de rumbo a la guerra, inclinando la victoria final al bando de los Aliados, ocurrieron, entre el otoño de 1942 y la primavera del siguiente año, en tres principales frentes de combate. Esas batallas fueron:
a) En el norte de África; en un sitio conocido como El Alamein, donde el mariscal británico Bernard Law Montgomery atacó a las fuerzas alemanas al mando del general Erwin Rommel y las obligó a retirarse; a los pocos días de este hecho, ocurrido el 23 de octubre de 1942, desembarcaban en el norte de África las tropas estadounidenses dirigidas por el general Dwight D. Eisenhower, para colaborar con Montgomery romper el cerco de las fuerzas de Rommel, las cuales se vieron forzadas a abandonar el territorio, y capitularon el 7 de mayo de 1943; África quedaba libre de las fuerzas del Eje y el Mediterráneo estaba abierto. El sueño de Mussolini de crear un imperio africano se había desvanecido.
b) En el frente oriental, Hitler desencadenaba una nueva ofensiva contra la Unión Soviética, buscando apoderarse de los territorios del Cáucaso, ricos en petróleo, a pesar de que las fuerzas alemanas se encontraban ya debilitadas. A mediados de noviembre de 1942, las tropas rusas —superiores en número a las alemanas y bien  equipadas no sólo con los propios recursos soviéticos sino con la ayuda proporcionada por Estados Unidos a través de la Ley de Préstamos y Arriendo— realizaron una contraofensiva que logró romper las líneas enemigas al norte y sur de Stalingrado y vencer a las fuerzas alemanas. Después de esta victoria, a pesar de algunos retrocesos, los rusos se mantuvieron a la ofensiva durante todo el resto de la guerra.
c) En el Pacífico, durante los primeros meses de 1942, los japoneses lograron importantes triunfos, llegando a dominar una extensa área del Pacífico, donde incluso conquistaron algunas bases estadounidenses. Pero a semejanza de Alemania, Japón no pudo sostener una guerra prolongada contra las fuerzas aliadas, cuya base de operaciones se encontraba en Australia, al mando del general estadounidense Douglas MacArthur.
Durante la primavera de 1942, los Aliados obtuvieron importantes victorias navales y aéreas en las batallas del Mar del Coral y Midway, y desde entonces se manifiesta hacia el Pacífico central un gran avance de los Aliados. Meses más tarde, las fuerzas estadounidenses desembarcaron en Guadalcanal, en las islas Salomón.


La fase final de la guerra

Acuerdos para las ofensivas finales. Mientras se desarrollaban las campañas militares, los diplomáticos aliados llevaron a cabo importantes planes políticos con el fin de acordar las estrategias más adecuadas para derrotar al Eje. Desde 1941, los soviéticos pedían la creación de un segundo frente, es decir, un desembarco aliado en Europa occidental para contrarrestar la ofensiva alemana en el frente oriental. Pero en ese año y en el siguiente, las fuerzas occidentales todavía no estaban en condiciones de emprender tal operación.

Del 14 al 24 de enero de 1943, Churchill y Roosevelt celebraron la Conferencia de Casablanca y en ella se proyectó el desembarco en Francia para la primavera de 1944, pero no lograron establecer acuerdos concretos sobre las estrategias a seguir antes de esa fecha. Sin embargo, ambos mandatarios tomaron en Casablanca una decisión muy importante a la que pronto se sumó Stalin: la rendición incondicional que se exigía a las potencias del Eje, como único medio de poner fin a la guerra.

La campaña de Italia. Después que Montgomery y Eisenhower lograran vencer a las fuerzas de Rommel en África, luego de una espectacular campaña conjunta (julio-agosto de 1943), tropas inglesas, canadienses y estadounidenses desembarcaron en la isla de Sicilia, dispuestos a atacar las fuerzas de Mussolini. Así, lograron engañar a Hitler haciéndole creer que dirigían su ataque contra Grecia.
Ante la llegada de los ejércitos aliados a territorio italiano, Mussolini reunió al Gran Consejo Fascista, pero no consiguió su apoyo; por lo contrario, la gran mayoría de los miembros del Consejo le reprocharon haber llevado a Italia al desastre y decidieron restablecer un régimen constitucional, para lo cual pidieron al rey la destitución de Mussolini. El 25 de julio, el Duce fue relevado de su cargo y arrestado. Después de veintiún años, el régimen fascista llegaba a su fin. El poder fue ocupado por el mariscal Pietro Badoglio, quien se puso al frente de un gobierno militar del que fueron excluidos los fascistas, y empezó a realizar gestiones para capitular ante los Aliados, en tanto que Hitler se preparaba para atacar Italia, previendo una posible colaboración de este país con las fuerzas angloamericanas.
Durante el mes de septiembre de 1943, los alemanes liberaron a Mussolini, quien se instaló en la ciudad de Milán y proclamó la República Social Italiana —que en realidad sería un gobierno títere de Hitler— y decretó una nueva movilización militar. Con estas acciones se desencadenó en el norte de Italia una guerra civil entre los fascistas ayudados por los alemanes, y el Comité de Liberación Nacional dirigido por los comunistas que encabezaba el líder Palmiro Togliatti. De ahí en adelante daría comienzo la resistencia italiana en contra de los regímenes nazi-fascistas, cuyo desprestigio crecía considerablemente tanto entre el pueblo alemán como en el italiano. En octubre, el gobierno de Badoglio declaró la guerra a Alemania, e Italia fue reconocida por los Aliados como país “cobeligerante”. En abril del año siguiente, cuando Alemania era cercada en dos frentes y su derrota era inevitable, Mussolini agotó sus recursos para salvarse y decidió huir hacia Suiza, pero fue apresado  y fusilado por la resistencia antifascista italiana.
No obstante, la campaña de Italia se prolongó por varios meses porque los alemanes bloqueaban tenazmente el avance de las fuerzas angloamericanas hacia Roma. A partir de la liberación de esta ciudad el 5 de junio de 1944, el frente aliado en Italia quedó paralizado, pues hubo necesidad de retirar las tropas para utilizarlas en la campaña para liberar a Francia.

Conferencia de Teherán. Ante el nuevo curso que había tomado la guerra, los dirigentes de las potencias aliadas —Stalin, Roosevelt y Churchill— decidieron celebrar una nueva reunión, en Teherán, capital de Irán, a finales de noviembre de 1943. En la Conferencia de Teherán, Stalin planteó dos asuntos cuya discusión daría la característica esencial de esta reunión: uno se refería a la insistencia soviética en la necesidad de que las fuerzas angloestadoudinenses abrieran un segundo frente de guerra en Europa occidental, y el otro a la conveniencia de establecer un acuerdo sobre el problema de las nuevas fronteras, es decir, de los territorios que corresponderían a cada uno de los Aliados una vez que el Eje fuera derrotado. Para la fecha en que se celebraba esta reunión, Stalin ya podía imponer condiciones debido a los triunfos que la Unión Soviética había obtenido sobre el ejército alemán; por lo tanto, se empezaba a plantear una nueva correlación de fuerzas, derivada de la diferencia fundamental que había entre el sistema soviético y el de sus aliados circunstanciales. En esa misma conferencia, Gran Bretaña y Estados Unidos se comprometieron a realizar un desembarco al norte de Francia, con el fin de abrir el segundo frente solicitado por Stalin.

Por esas fechas (finales de 1943), tanto la aviación inglesa como la de Estados Unidos —cuya superioridad sobre la alemana ya se había hecho evidente— desencadenaron una gran ofensiva de bombardeo sobre Alemania y los territorios ocupados por este país, donde arrasaron varias ciudades importantes y ocasionaron serios daños a la industria bélica enemiga. Hitler a su vez realizó el ensayo de una serie de armamentos nuevos, aviones de reacción y cohetes teledirigidos, (las llamadas bombas V1y V2) con las que volvieron a atacar la ciudad de Londres; sin embargo, estas acciones alemanas no habrían de cambiar el curso de la guerra que ya se había  inclinado a favor de los Aliados.

40.000.000 millones de muertos fue el saldo de la 2° Guerra Mundial

El ocaso del Tercer Reich
A principios de febrero, los ejércitos aliados efectuaron un ataque coordinado sobre el Rin. Tropas británicas y canadienses lograron en el norte pequeñas conquistas, pero hallaron una fuerte resistencia. En otros puntos los aliados avanzaron con mayor rapidez a pesar de los vigorosos contraataques alemanes.

El 5 de marzo, los soldados estadounidenses ocuparon Colonia. Dos días más tarde, una división acorazada estadounidense descubrió que los alemanes habían dejado intacto un puente sobre el Rin y lo ocuparon mientras los alemanes intentaban volarlo. Hitler, enfurecido, destituyó a Rundstedt y nombró en su lugar al mariscal AlbertKesselring, que había estado al frente de los ejércitos alemanes en Italia. A finales de marzo, las tropas aliadas ocupan la ribera occidental del Rin desde la ciudad holandesa de Arnhem hasta la frontera suiza. Habían rebasado en su totalidad la legendaria Línea Sigfrido, con excepción de su sector más meridional, en la orilla oriental del Rin. En marzo, los aliados incrementaron su ofensiva aérea.

Parlamento Alemán Al Finalizar la Guerra

De día unas veces y de noche otras, llegaron a arrojar 245.000 toneladas de bombas sobre ciudades, fábricas, centrales de energía, líneas de ferrocarril y otros objetivos estratégicos.
Mientras los ejércitos aliados de Europa occidental entraban sin dificultad en Alemania, el ejército rojo cerraba el cerco desde el este. A finales de febrero, las tropas soviéticas alcanzaban la línea Oder-Neisse, situada a unos 65 kilómetros de Berlín. Mientras tanto, las fuerzas aliadas del norte de Italia rompían la línea gótica por varios puntos y se preparaban para una ofensiva final contra el maltrecho ejército de Hitler.

Entrada de los Aliados a Berlín
El 1 de abril, los ejércitos primero y noveno de los Estados Unidos cercaron el Ruhr, fuente de reservas carboníferas e industriales vitales para Alemania. Tras una serie de intentos frustrados por romper el cerco, las tropas alemanas quedaron reducidas a la impotencia y el 18 de abril los aliados invadieron la región, al tiempo que capturaban 320.000 soldados enemigos. A partir de aquel momento la resistencia alemana se vino abajo —exceptuando algunas zonas en que las tropas lucharon con fanatismo hasta la muerte— y los ejércitos aliados barrieron el país.
El 16 de abril los soviéticos lanzaron la ofensiva final sobre Berlín, mientras los ingleses se dirigían al nordeste, hacia Hamburgo y Lübeck, y los norteamericanos al sudeste, hacia Munich y las fronteras de Checoslovaquia y Austria. Hitler, que se negaba a aceptar la realidad, ordenó la creación de guerrillas para hacer frente a los invasores, y mandó a sus oficiales que destruyesen todas las instalaciones industriales y viarias del país; mientras tanto, se dedicaba a mover sobre su mapa divisiones inexistentes. La única buena noticia que recibió en aquellos días postreros fue la muerte de Roosevelt el 12 de abril.
La Bandera Roja en el Parlamento Alemán

Sin embargo, el 22 de abril, la mente del Führer pareció comprender que el fin se aproximaba. La mayoría de los altos oficiales alemanes huyó de Berlín, pero Hitler decidió permanecer en la ciudad. Finalmente, el 30 de abril, el dictador nazi se suicidó, convencido hasta el último momento de que había sido traicionado por los suyos y de que la historia le haría justicia. En su testamento nombraba como sucesor al almirante Karl Doenitz, artífice de las brillantes campañas de los submarinos alemanes.
El día anterior, 29 de abril, se rindieron las tropas alemanas de Italia y en días sucesivos siguieron el ejemplo los ejércitos nazis de Holanda, de Dinamarca y del noroeste y mediodía de Alemania. El 7 de mayo los alemanes firmaron en Reims la rendición incondicional v al día siguiente cesaron oficialmente las hostilidades. Ante la insistencia de Stalin, la capitulación se ratificó formalmente en una ceremonia que tuvo lugar el 9 de mayo en Berlín.

LA DERROTA DE JAPÓN: El 6 de agosto de 1945 se lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima. Sus efectos fueron apocalípticos: causó casi 130.000 víctimas, entre muertos y heridos. Unos 48.000 edificios fueron completamente destruidos y 176.000 personas quedaron sin hogar. Tres días después, una segunda bomba cayó sobre Nagasaki, devastando 47 km2 y causando la muerte a cerca de 40.000 japoneses.
Transcurridos muchos años, las secuelas de la radiación seguirían engrosando la nómina de híbakushas, los afectados por el terror atómico.
Al día siguiente, Japón se rindió sin condiciones. El 2 de septiembre de 1945, en una solemne
ceremonia a bordo del acorazado Missouri, anclado en la bahía de Tokio, el general MacArthur, comandante supremo de las fuerzas aliadas, recibía la rendición de Japón. Era el fin de la Segunda Guerra Mundial.


Balance de la guerra
China perdió 6,4 millones de personas, entre civiles y militares; Japón tuvo 1,4 millones de muertos. Corea sufrió especialmente la dominación japonesa, con miles de muertos y la ominosa degradación de gran parte de su población femenina. Éste y otros crímenes fueron juzgados por un tribunal aliado -el “Nuremberg japonés”- que condenó a muerte a varios militares japoneses, entre ellos al general Tojo, ministro de la guerra y primer ministro de Japón durante el conflicto bélico. El emperador Hiro-Hito se mantuvo en el trono por decisión de los ocupantes estadounidenses.




Unidad 7. Causas de la Segunda Guerra Mundial.

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Causas de la Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial comenzó en 1939 y duró seis largos años.

La mayoría de las potencias principales de Europa se vieron implicadas en la contienda, las batallas se desarrollaron a lo largo y ancho del planeta, y más de 45 millones de personas perdieron la vida en lo que terminó siendo el conflicto bélico más devastador de toda la historia. 

¿Cuáles fueron las causas de la Segunda Guerra Mundial?

La Primera Guerra Mundial
Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, muchas de las disputas que la habían originado aún seguían sin resolver. Tras la rendición alemana, el pueblo alemán sintió un gran resentimiento debido al hecho de que otros países estaban interfiriendo excesivamente en la reestructuración de la Alemania de posguerra.
Los ganadores trataron con desdén al país derrotado y ni tan siquiera le invitaron a tener voz (mucho menos voto) en los tratados de paz que se implementaron tras la contienda. El conocido Tratado de Versalles abordaba específicamente el futuro de Alemania sin tener en cuenta en absoluto a los propios alemanes.
El resultado fue que toda una nación se sintió ultrajada y humillada: el caldo de cultivo perfecto que sería hábilmente explotado después por políticos como Adolf Hitler.
Hitler se erigió como adalid de una justa venganza contra los países que habían derrotado a Alemania en 1918. Su deseo de poder quedaba justificado so pretexto de querer librarse del gobierno que había capitulado en la Primera Guerra Mundial y con la promesa irresistible de sustituirlo por otro merecedor de la gloria de una nueva Alemania: el NSDAP o Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, comúnmente conocido como Partido Nazi.
Cabe por tanto afirmar que la propia Primera Guerra Mundial fue la causa primaria de la Segunda Guerra Mundial, al ser el primer elemento desestabilizador de toda una cadena de acontecimientos que conducirían al estallido de la guerra en 1939.

El Tratado de Versalles

Otra de las causas de la Segunda Guerra Mundial fue el Tratado de Versalles, ya que enfadó sobremanera al pueblo alemán por multitud de razones. El primer motivo fue que se trataba de un tratado impuesto por potencias extranjeras dejando al margen a Alemania (los alemanes lo conocían como “el dictado de Versalles” (Versailler Diktat).
Mapamundi de la Primera Guerra Mundial. En verde, Naciones de la Entente / Aliados, en naranja las Naciones Centrales y en gris las que se mantuvieron neutrales. 

Las condiciones de dicho tratado eran tan estrictas que las propias naciones que lo habían impuesto se dieron cuenta de ello. Cuando Hitler comenzó a incumplir las cláusulas años después de su firma, el resto de potencias se mostró reticente a reaccionar enérgicamente: muchos fueron entonces los que consideraron que era una manera tácita de decirle a Adolf Hitler que tolerarían cierta flexibilidad en aras de normalizar la diplomacia tras la Gran Guerra.
Portada del Tratado de Versalles (versión en inglés).

Lo cierto es que el Tratado de Versalles no solucionaba ningún problema, es más, creaba otros nuevos entre países que ya recelaban de por sí los unos de los otros y que aún luchaban por recuperarse de la masacre de la reciente contienda.
Uno de los puntos más polémicos del tratado quedaba recogido en una cláusula por la cual la región alemana de Renania (fronteriza con Francia y Bélgica) se convertiría en una zona desmilitarizada.
Asimismo, se le exigía a Alemania proceder al desarme, como paso primero hacia un desarme mundial (desarme que fue acogido con poco entusiasmo por parte de los vencedores de la Primera Guerra Mundial).
Por consiguiente, Alemania se quedaría técnicamente indefensa ante cualquier futuro intento de invasión francés, hecho que sucedió en 1923 cuando Alemania fue incapaz de pagarle a Francia las reparaciones de guerra de aquel año.
El pago forzoso de reparaciones, en la práctica multas por los daños causados por Alemania entre 1914 y 1918, fue posiblemente la medida más impopular del Tratado de Versalles. Tras el fin de la Gran Guerra, la destrucción había alcanzado cotas jamás antes conocidas por la humanidad, especialmente en Francia.
El tratado establecía que Alemania tenía que compensar al país galo con el pago de sumas regulares. Lo que el documento obviaba es que la guerra había dañado en igual medida a la economía germana y sencillamente era imposible para esta última satisfacer las cantidades demandadas. La solución alemana a este problema de insolvencia fue bastante cuestionable e ineficaz: imprimir más dinero.
¿El efecto? Una hiperinflación (inflación desbocada). El marco alemán se devaluó hasta tal punto que la economía estuvo al borde del colapso total. El Plan Dawes terminaría resolviendo parcialmente el problema de las reparaciones y Alemania pudo volver a pagar sus plazos a Francia.

El Plan Dawes
El Plan Dawes fue creado para que Alemania pudiera costear sus reparaciones de guerra, así como para resolver varios problemas financieros de una economía mundial que cada vez estaba más interconectada. Hay que tener en cuenta que Estados Unidos le prestaba dinero a Alemania y Alemania lo empleaba para pagarle a Francia las reparaciones, Francia a su vez usaba ese dinero para pagar la deuda que tenía contraída con Gran Bretaña y Gran Bretaña usaba ese dinero para pagarle a Estados Unidos el dinero que le debía.
El Plan Dawes parecía por tanto la solución ideal para todos y los países comenzaron a llevarse algo mejor entre sí. No obstante, había un punto débil en todo el planteamiento: si algo iba mal y uno de los países no le pagaba al otro, el conflicto era inevitable y la situación económica y social podía empeorar aún más (esto sucedió en 1929 con el estallido de la Gran Depresión, como veremos a continuación).

La Gran Depresión
Sin duda, una de las causas de la Segunda Guerra Mundial. El hundimiento de las cotizaciones bursátiles en Estados Unidos causó un tsunami financiero de magnitudes desconocidas hasta la fecha. Estados Unidos no pudo seguir prestándole dinero a Alemania para que pudiera abonarle a Francia las reparaciones y llegó incluso a exigirle el pago adelantado de la deuda contraída hasta la fecha.
El resultado es que Estados Unidos se replegó sobre sí con el fin de recuperar su propia economía y de evitar terminar metido en otro gran (y caro) conflicto europeo. Los países a lo largo y ancho del planeta comenzaron a verse en serios apuros económicos.
Largas colas tras el pánico bancario del crack de 1929.
El desempleo era rampante en todas las naciones y los gobernantes creían que la creación de grandes ejércitos podía mitigar el problema. La crisis financiera internacional fue por consiguiente uno de los factores desencadenantes de la Segunda Guerra Mundial, al darle a Alemania la excusa perfecta para romper el Tratado de Versalles y crear unas fuerzas armadas más grandes en su propio territorio.
La invasión japonesa de Manchuria
La crisis económica del 1929 también afectó a Japón: el pueblo nipón sufría hambrunas, desempleo y una carestía general de recursos. Para resolver estos problemas, Japón decidió invadir Manchuria. Con esta ofensiva, el país del sol naciente iniciaba su inevitable camino hacia la Segunda Guerra Mundial.

Primera causa
Japón era una nación pobre y sin recursos. Necesitaba más, así que decide invadir China.
Segunda causa
Las barreras existentes entre China, Estados Unidos y Japón se traducían en una economía nacional que se tambaleaba, así que Japón decide construir su propio imperio para abastecerse autárquicamente.
Tercera causa
Japón no tenía acceso a materias primas estratégicas como el carbón o el hierro. Tradicionalmente se habían importado de China.
Casus Belli
En 1931, Japón denuncia que China ha saboteado una propiedad de una empresa nipona: un tramo de Ferrocarril del Sur de Manchuria (en realidad se trató de una operación de falsa bandera similar al incendio premeditado del Reichstag en Alemania). Japón decide entonces invadir Manchuria y expulsa a las fuerzas chinas. En 1932 establece un gobierno marioneta, conocido como gobierno de Manchukuo, leal al ejército japonés. El gobierno de Japón ordena al ejército que se retire, pero no se acata la orden como se debe. China recurre entonces a la Sociedad de Naciones, pero debido a la influencia nipona en la organización no se llega nunca a ninguna resolución condenatoria ni reparadora.
Respuesta de la Sociedad de Naciones
La Sociedad de Naciones no hace nada hasta septiembre de 1932. Posteriormente, elabora un informe sobre el incidente de Manchuria y concluye que la conducta de Japón es contraria al derecho internacional y que tiene que devolverle a China los territorios anexionados. En 1933 Japón invade China de nuevo y abandona la Sociedad de Naciones. La organización internacional se ve incapaz de dar una respuesta: estaba más interesada en mantener unas mínimas relaciones con Japón que en agravar la situación aún más con la aplicación de sanciones.
Primera consecuencia
La Sociedad de Naciones se presenta ante el mundo como débil e ineficaz al dar excusas malas y al proyectar la idea de que no había frente común frente a agresiones injustificadas contra países miembros. China apenas recibe respaldo por parte de la Sociedad de Naciones.
Segunda consecuencia
Dado que ni Estados Unidos ni la Unión Soviética eran miembros de la Sociedad de Naciones, la capacidad de expulsar a los japoneses de Manchuria es nula y Japón prosigue con la ocupación.
Tercera consecuencia
Tanto Mussolini como Hitler, al ver cómo reacciona la Sociedad de Naciones ante este incidente, siguen el ejemplo nipón en Abisinia (Etiopía) y Checoslovaquia respectivamente. Seis años más tarde se desencadenaría la Segunda Guerra Mundial.

Póster de propaganda para fomentar la cooperación con los japoneses de la población de Manchuria. 

 La invasión italiana de Abisinia (Etiopía)
Primera causa
En 1896, las tropas italianas tratan de invadir Abisinia (Etiopía en la actualidad) pero son derrotadas por un ejército tribal mal equipado. Benito Mussolini busca la venganza de tan humillante derrota. La nueva Italia fascista no podía echar por tierra su orgullo patrio.
Segunda causa
Mussolini quiere apoderarse de las tierras fértiles y de la riqueza mineral de Abisinia.
Tercera causa
Mussolini busca la gloria y la conquista de los antiguos generales y conquistadores. Quiere devolverle a Italia la gloria del antiguo Imperio Romano.
Ofensiva
En octubre de 1935, el ejército del Duce inicia una invasión a gran escala de Abisinia. Los etíopes no pueden oponer resistencia al poderío del moderno ejército italiano, equipado con tanques, aviones y gases venenosos.
Respuesta de la Sociedad de Naciones
En los meses previos a la ofensiva, la Sociedad de Naciones había estado negociando con el dictador italiano. Hubo mucha charla pero pocos hechos concretos. Al final, la Sociedad de Naciones presenta un plan que le daría a Mussolini parte de Abisinia. El Duce lo rechaza. Tras la invasión italiana, la Sociedad de Naciones decide crear un comité para imponer sanciones. Por cada semana de demora en la aprobación de una resolución sancionadora, Mussolini hace un acopio cada vez mayor de materias primas. La Sociedad de Naciones termina prohibiendo la venta de armas, los préstamos y las exportaciones de caucho y metales a Italia. También se decreta un embargo. Ahora bien, se tardan dos meses por ejemplo en bloquear las exportaciones de petróleo a Italia.
Primera consecuencia
En Gran Bretaña, cerca de 30.000 mineros vien peligrar sus puestos de trabajo debido a la aprobación de la prohibición de exportar carbón a Italia.
Segunda consecuencia
La Sociedad de Naciones no hace gran cosa para pararle los pies a Italia y otros países como Alemania piensan que podrían invadir otros países siguiendo el ejemplo italiano.